Siempre se dice que la Milano-Sanremo presented by Crédit Agricole es la carrera más fácil de terminar, al menos entre las cinco clásicas Monumento, pero que es la más complicada de dominar. Los obstáculos que los corredores enfrentan en la Riviera Ligure por sí solos no serían para una resolución en solitario o una llegada en grupo reducido. Pero por algo la ‘Classicissima‘ es la carrera de las particularidades…
Toda una vida viajando desde las cercanías de la capital lombarda hasta el extremo noroeste del país de la bota. más de siete horas interminables, rozando o incluso superando, como en aquella edición 2020, los 300 kilómetros, única carrera del calendario UCI que obliga a ello. Y una prueba que puede salirte veraniega, de corto casi desde el banderazo, o ahogarte en la nieve, como aquella edición 2013, que hubo de ser interrumpida y reanudada. Pero sobre todo, la cita en la que pequeñas elevaciones se convierten en escollos insalvables. Y ahí es donde entra en escena el Poggio.
Los números no llaman en absoluto la atención. Son casi cuatro kilómetros a poco más de un 4% de pendiente media. Seguramente no sería cota categorizada en ninguna etapa del Giro d’Italia. Pero en la Sanremo se torna decisiva.