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Etapa

21

Domingo 01
Junio 2025

141 km
Desnivel 600 m

Salida dentro de

D ::

Roma -

Roma

altimetría

planimetría

información técnica

Etapa final de pasarela muy similar a la de años anteriores, con un recorrido inicial de ida y vuelta hacia la costa antes de dar algunas vueltas al circuito urbano.

  • altimetría
  • planimetría
  • información técnica

información turística

Ciudad de:

salida
llegada

Roma



Panorámica

Roma, la Ciudad Eterna, capital de Italia, es una de las ciudades más importantes y fascinantes del mundo, repleta de historia, arte y cultura. Sus monumentos icónicos, como el Coliseo, el Foro Romano, la Basílica de San Pedro y el Panteón, son testigos de siglos de historia. Roma es famosa por sus museos, galerías de arte y plazas animadas como la Piazza Navona o la Plaza de España. La ciudad huele a historia milenaria, pero al mismo tiempo se presenta como un centro cosmopolita que mezcla tradición y modernidad.

Gastronomía

La cocina romana es una explosión de sabores auténticos, caracterizada por ingredientes simples pero trabajados con maestría, en el respeto de una tradición que hunde sus raíces en la historia de la capital. Cada plato cuenta la cultura popular, el vínculo con el territorio y el ingenio con el que, a lo largo de los siglos, se ha transformado la cocina humilde en un patrimonio culinario amado en todo el mundo.
Los primeros platos son el verdadero símbolo de la gastronomía romana. La Carbonara, con su irresistible cremosidad, nace de la combinación perfecta entre huevos, guanciale crujiente, pecorino romano y pimienta negra, sin nata, para un resultado intenso y envolvente. La Amatriciana, originaria de Amatrice pero convertida en un pilar de la cocina capitalina, combina guanciale, tomate y pecorino, logrando un equilibrio perfecto entre sabor y dulzura.
Otro plato imprescindible es la Cacio e Pepe, el ejemplo supremo de la sencillez romana: pasta, pecorino romano y pimienta negra trabajados hasta obtener una crema densa y sabrosa. Por último, la Gricia, considerada la “madre” de la Carbonara y la Amatriciana, elimina el huevo y el tomate para resaltar al máximo el sabor del guanciale crujiente y del pecorino romano.
La cocina romana no se queda atrás en los segundos platos, donde las carnes y los sabores intensos dominan la escena. El Saltimbocca a la romana, finas lonchas de ternera enriquecidas con jamón curado y salvia, cocinadas con vino blanco, es un plato delicado pero lleno de sabor. Para quienes prefieren sabores más rústicos, el Abbacchio allo scottadito, chuletas de cordero marinadas y asadas a la parrilla, es un imprescindible, al igual que el Pollo a la romana, cocinado con pimientos, tomate y aromas mediterráneos.
La cocina popular se expresa al máximo con el llamado “Quinto Cuarto”, nacido en las osterías y carnicerías de Testaccio, el barrio símbolo de esta tradición. Entre los platos más célebres se encuentran la Trippa a la romana, con tomate, menta y pecorino, la Coda alla vaccinara, guisada lentamente con apio y especias, y la Pajata, tripa de ternera cocida con tomate y a menudo servida con rigatoni, creando un plato de sabor único.
Las guarniciones romanas son un triunfo de verduras trabajadas con maestría. Los Alcachofas a la judía, fritos enteros hasta quedar crujientes y dorados, son un icono de la cocina judeo-romana. Los Alcachofas a la romana, cocidos con perejil, menta y ajo, representan una versión más delicada pero igualmente sabrosa. También son imprescindibles las puntarelle, ensalada crujiente aliñada con anchoas, ajo y aceite de oliva virgen extra, y los calabacines a la scapece, marinados con vinagre y menta para un sabor fresco y aromático.
Roma también es la patria del street food y de frituras irresistibles. El más icónico es el Supplì al teléfono, crujiente por fuera y fundente por dentro, relleno de arroz con salsa de carne y un corazón de mozzarella. Igualmente famosos son los Filetes de bacalao, trozos de merluza rebozados y fritos hasta alcanzar una textura perfecta. Por último, la Fritura de flores de calabacín, rellenos de mozzarella y anchoas, es un bocado ideal como entrante.
En los postres, Roma cuenta con especialidades únicas. El Maritozzo con nata, un suave bollo relleno de nata montada, es el desayuno goloso por excelencia. En Carnaval se preparan las Frappe y las Castagnole, dulces fritos y cubiertos de azúcar, mientras que en Semana Santa es imprescindible la Pizza de Pascua, un pan dulce enriquecido con aromas de vainilla y cítricos. Otro clásico es la Crostata de guindas, un dulce típico de la tradición judeo-romana a base de guindas y ricotta.

Vino y bebidas

La cocina romana, con sus sabores intensos y definidos, se acompaña perfectamente con los vinos del Lacio, una región con una larga tradición vitivinícola que se remonta a la época etrusca y romana. Su territorio montañoso, clima templado y suelos de origen volcánico confieren a los vinos laziales un carácter distintivo, con blancos frescos y minerales y tintos estructurados y persistentes.
Entre los vinos blancos más representativos destaca el Frascati Superiore DOCG, producido en los Castelli Romani. Elaborado con Malvasia del Lacio, Trebbiano y Greco, se caracteriza por su perfume afrutado y su sabor fresco y salino, que lo hace ideal para acompañar las frituras de la tradición romana, como los supplì, los filetes de bacalao y las flores de calabacín rellenas.
Otro blanco icónico es la Malvasia del Lacio, una uva autóctona conocida por su aroma y suavidad. Su bouquet floral con notas de melocotón y cítricos combina a la perfección con platos como la cacio e pepe y las puntarelle a la romana, realzando sus sabores.
No menos importante es el Est! Est!! Est!!! de Montefiascone DOC, con un sabor equilibrado y ligeramente afrutado, ideal para acompañar aperitivos ligeros, quesos frescos y primeros platos como la gricia.
En cuanto a los vinos tintos, el Cesanese del Piglio DOCG es el más famoso y representativo del Lacio. Esta uva autóctona produce vinos de color rubí intenso y sabor estructurado, con notas de frutos rojos y especias. Marida perfectamente con los platos más rústicos de la tradición, como la coda alla vaccinara, la pajata y el pollo a la romana.
Otro tinto apreciado es el Nero Buono de Cori, menos conocido pero de gran calidad. Destaca por su sabor suave y aterciopelado, con notas de cereza negra y especias, lo que lo convierte en un excelente compañero de los saltimbocca a la romana y los asados.
Los tintos laziales también incluyen los ensamblajes bordeleses del Lacio, es decir, combinaciones de Cabernet Sauvignon, Merlot y Sangiovese cultivados en las colinas volcánicas de la región. Estos vinos, estructurados y elegantes, son ideales para carnes a la parrilla y quesos curados como el pecorino romano.
Para acompañar los postres de la tradición romana, los vinos dulces del Lacio ofrecen múltiples opciones. El Cannellino de Frascati DOCG, versión dulce del Frascati, es perfecto con el maritozzo con nata y los tozzetti con almendras, gracias a su sabor suave y envolvente.
Otro vino de postre apreciado es el Aleático de Gradoli DOC, un vino de pasas con aromas intensos de rosa y frutas rojas, que combina bien con dulces de chocolate y crostata de guindas.
Además del vino, Roma cuenta con una tradición de licores y destilados que cierran la comida en perfecto estilo capitalino. El más conocido es la Sambuca romana, un licor de anís estrellado que se puede degustar solo, con hielo o “con la mosca”, es decir, con un grano de café tostado que realza su aroma.
El Amaro del Capo, un digestivo con notas herbales y cítricas, suele servirse helado después de una comida abundante, al igual que el Ratafià, un licor dulce de guindas o cerezas. Para quienes prefieren sabores más intensos, la Grappa del Lacio, obtenida de la destilación de orujos locales, es perfecta para finalizar una comida con un toque de calidez e intensidad.

Puntos de interés

Roma, la Ciudad Eterna, es un museo al aire libre donde cada rincón cuenta siglos de historia, arte y cultura. Desde el esplendor del Imperio Romano hasta el Renacimiento y el Barroco, la capital italiana ofrece un patrimonio incomparable de monumentos, plazas, iglesias y paisajes impresionantes que fascinan a millones de visitantes cada año.
Símbolo indiscutible de la ciudad, el Coliseo es el anfiteatro más grande del mundo y uno de los sitios arqueológicos más visitados. Construido en el siglo I d.C., fue el escenario de los juegos de gladiadores y espectaculares batallas navales. A su lado se extienden los Foros Imperiales, el centro político, económico y religioso de la antigua Roma. Pasear entre las ruinas del Foro Romano, con sus templos y arcos triunfales, permite revivir la grandeza del Imperio.
A pocos pasos se encuentra el Circo Máximo, el antiguo hipódromo de Roma, que podía albergar hasta 250.000 espectadores en las carreras de cuadrigas. Hoy, este amplio espacio al aire libre se utiliza para conciertos y eventos, ofreciendo también una vista espectacular sobre el Palatino, la colina donde, según la leyenda, Rómulo fundó la ciudad en el 753 a.C.
Otro tesoro de la época imperial son las Termas de Caracalla, uno de los complejos termales más grandiosos de la antigüedad. Construidas en el siglo III d.C., estas termas eran un verdadero centro de bienestar, con baños de agua caliente y fría, gimnasios, bibliotecas y salas decoradas con mosaicos y frescos. Hoy, sus majestuosas ruinas representan uno de los sitios arqueológicos más fascinantes de la capital y, durante el verano, albergan espectáculos de ópera y danza, ofreciendo una experiencia aún más evocadora.
En el corazón de la Ciudad del Vaticano se alza la Basílica de San Pedro, el templo cristiano más grande del mundo, con su majestuosa cúpula diseñada por Miguel Ángel y la espléndida Plaza de San Pedro, obra de Bernini. En su interior, obras maestras como la Piedad de Miguel Ángel y el suntuoso Baldaquino de Bernini dejan sin aliento. Imperdible es también la visita a los Museos Vaticanos, donde se encuentran tesoros como los Apartamentos Borgia, la Galería de los Mapas y, sobre todo, la extraordinaria Capilla Sixtina, decorada con los famosos frescos de Miguel Ángel, incluyendo el célebre Juicio Final.
Entre los lugares más icónicos de Roma destaca la Fontana di Trevi, obra maestra barroca de Nicola Salvi, donde, según la tradición, lanzar una moneda garantiza el regreso a la Ciudad Eterna. No muy lejos, la Plaza de España, con su famosa Escalinata de Trinità dei Monti, es uno de los rincones más elegantes de Roma, rodeado de boutiques exclusivas y cafés históricos.
La Plaza Navona, con su forma alargada, sigue el antiguo trazado del estadio de Domiciano. En su centro se alza la espectacular Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, mientras que alrededor se encuentran palacios históricos y la iglesia de Sant’Agnese in Agone, diseñada por Borromini. A pocos pasos se encuentra el Panteón, uno de los edificios mejor conservados de la antigua Roma, con su espectacular cúpula perforada en el centro, que aún hoy asombra por su perfección arquitectónica.
El Campidoglio, diseñado por Miguel Ángel, alberga la sede del Ayuntamiento de Roma y los Museos Capitolinos, que conservan obras maestras como la Loba Capitolina y la estatua ecuestre de Marco Aurelio. No muy lejos, el imponente Vittoriano, dedicado a Víctor Manuel II, ofrece una terraza panorámica con una vista impresionante de la ciudad y alberga el Altar de la Patria, donde arde la llama eterna en honor al Soldado Desconocido.
El barrio de Trastevere es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, con sus calles adoquinadas, trattorias históricas y la espléndida Basílica de Santa María en Trastevere, con sus mosaicos dorados. Cruzando el Tíber, se llega al antiguo Gueto Judío, un barrio rico en historia y tradiciones culinarias, dominado por la majestuosa Sinagoga de Roma y el evocador Pórtico de Octavia.
Roma no es solo monumentos, sino también espacios verdes de extraordinaria belleza. Villa Borghese, el parque más famoso de la ciudad, es el lugar ideal para pasear entre jardines, fuentes y esculturas. En su interior se encuentra la Galería Borghese, uno de los museos más prestigiosos del mundo, que alberga obras de Caravaggio, Rafael, Bernini y Tiziano.
Para una experiencia de otro tiempo, las Catacumbas de San Sebastián, San Calixto y Domitila, a lo largo de la Vía Apia Antigua, ofrecen un fascinante viaje a la Roma paleocristiana. Esta antigua calzada consular, aún pavimentada con sus losas originales, está salpicada de mausoleos, iglesias y villas patricias, inmersas en un paisaje sugestivo y alejado del bullicio de la ciudad.

Roma



Panorámica

Roma, la Ciudad Eterna, capital de Italia, es una de las ciudades más importantes y fascinantes del mundo, repleta de historia, arte y cultura. Sus monumentos icónicos, como el Coliseo, el Foro Romano, la Basílica de San Pedro y el Panteón, son testigos de siglos de historia. Roma es famosa por sus museos, galerías de arte y plazas animadas como la Piazza Navona o la Plaza de España. La ciudad huele a historia milenaria, pero al mismo tiempo se presenta como un centro cosmopolita que mezcla tradición y modernidad.

Gastronomía

La cocina romana es una explosión de sabores auténticos, caracterizada por ingredientes simples pero trabajados con maestría, en el respeto de una tradición que hunde sus raíces en la historia de la capital. Cada plato cuenta la cultura popular, el vínculo con el territorio y el ingenio con el que, a lo largo de los siglos, se ha transformado la cocina humilde en un patrimonio culinario amado en todo el mundo.
Los primeros platos son el verdadero símbolo de la gastronomía romana. La Carbonara, con su irresistible cremosidad, nace de la combinación perfecta entre huevos, guanciale crujiente, pecorino romano y pimienta negra, sin nata, para un resultado intenso y envolvente. La Amatriciana, originaria de Amatrice pero convertida en un pilar de la cocina capitalina, combina guanciale, tomate y pecorino, logrando un equilibrio perfecto entre sabor y dulzura.
Otro plato imprescindible es la Cacio e Pepe, el ejemplo supremo de la sencillez romana: pasta, pecorino romano y pimienta negra trabajados hasta obtener una crema densa y sabrosa. Por último, la Gricia, considerada la “madre” de la Carbonara y la Amatriciana, elimina el huevo y el tomate para resaltar al máximo el sabor del guanciale crujiente y del pecorino romano.
La cocina romana no se queda atrás en los segundos platos, donde las carnes y los sabores intensos dominan la escena. El Saltimbocca a la romana, finas lonchas de ternera enriquecidas con jamón curado y salvia, cocinadas con vino blanco, es un plato delicado pero lleno de sabor. Para quienes prefieren sabores más rústicos, el Abbacchio allo scottadito, chuletas de cordero marinadas y asadas a la parrilla, es un imprescindible, al igual que el Pollo a la romana, cocinado con pimientos, tomate y aromas mediterráneos.
La cocina popular se expresa al máximo con el llamado “Quinto Cuarto”, nacido en las osterías y carnicerías de Testaccio, el barrio símbolo de esta tradición. Entre los platos más célebres se encuentran la Trippa a la romana, con tomate, menta y pecorino, la Coda alla vaccinara, guisada lentamente con apio y especias, y la Pajata, tripa de ternera cocida con tomate y a menudo servida con rigatoni, creando un plato de sabor único.
Las guarniciones romanas son un triunfo de verduras trabajadas con maestría. Los Alcachofas a la judía, fritos enteros hasta quedar crujientes y dorados, son un icono de la cocina judeo-romana. Los Alcachofas a la romana, cocidos con perejil, menta y ajo, representan una versión más delicada pero igualmente sabrosa. También son imprescindibles las puntarelle, ensalada crujiente aliñada con anchoas, ajo y aceite de oliva virgen extra, y los calabacines a la scapece, marinados con vinagre y menta para un sabor fresco y aromático.
Roma también es la patria del street food y de frituras irresistibles. El más icónico es el Supplì al teléfono, crujiente por fuera y fundente por dentro, relleno de arroz con salsa de carne y un corazón de mozzarella. Igualmente famosos son los Filetes de bacalao, trozos de merluza rebozados y fritos hasta alcanzar una textura perfecta. Por último, la Fritura de flores de calabacín, rellenos de mozzarella y anchoas, es un bocado ideal como entrante.
En los postres, Roma cuenta con especialidades únicas. El Maritozzo con nata, un suave bollo relleno de nata montada, es el desayuno goloso por excelencia. En Carnaval se preparan las Frappe y las Castagnole, dulces fritos y cubiertos de azúcar, mientras que en Semana Santa es imprescindible la Pizza de Pascua, un pan dulce enriquecido con aromas de vainilla y cítricos. Otro clásico es la Crostata de guindas, un dulce típico de la tradición judeo-romana a base de guindas y ricotta.

Vino y bebidas

La cocina romana, con sus sabores intensos y definidos, se acompaña perfectamente con los vinos del Lacio, una región con una larga tradición vitivinícola que se remonta a la época etrusca y romana. Su territorio montañoso, clima templado y suelos de origen volcánico confieren a los vinos laziales un carácter distintivo, con blancos frescos y minerales y tintos estructurados y persistentes.
Entre los vinos blancos más representativos destaca el Frascati Superiore DOCG, producido en los Castelli Romani. Elaborado con Malvasia del Lacio, Trebbiano y Greco, se caracteriza por su perfume afrutado y su sabor fresco y salino, que lo hace ideal para acompañar las frituras de la tradición romana, como los supplì, los filetes de bacalao y las flores de calabacín rellenas.
Otro blanco icónico es la Malvasia del Lacio, una uva autóctona conocida por su aroma y suavidad. Su bouquet floral con notas de melocotón y cítricos combina a la perfección con platos como la cacio e pepe y las puntarelle a la romana, realzando sus sabores.
No menos importante es el Est! Est!! Est!!! de Montefiascone DOC, con un sabor equilibrado y ligeramente afrutado, ideal para acompañar aperitivos ligeros, quesos frescos y primeros platos como la gricia.
En cuanto a los vinos tintos, el Cesanese del Piglio DOCG es el más famoso y representativo del Lacio. Esta uva autóctona produce vinos de color rubí intenso y sabor estructurado, con notas de frutos rojos y especias. Marida perfectamente con los platos más rústicos de la tradición, como la coda alla vaccinara, la pajata y el pollo a la romana.
Otro tinto apreciado es el Nero Buono de Cori, menos conocido pero de gran calidad. Destaca por su sabor suave y aterciopelado, con notas de cereza negra y especias, lo que lo convierte en un excelente compañero de los saltimbocca a la romana y los asados.
Los tintos laziales también incluyen los ensamblajes bordeleses del Lacio, es decir, combinaciones de Cabernet Sauvignon, Merlot y Sangiovese cultivados en las colinas volcánicas de la región. Estos vinos, estructurados y elegantes, son ideales para carnes a la parrilla y quesos curados como el pecorino romano.
Para acompañar los postres de la tradición romana, los vinos dulces del Lacio ofrecen múltiples opciones. El Cannellino de Frascati DOCG, versión dulce del Frascati, es perfecto con el maritozzo con nata y los tozzetti con almendras, gracias a su sabor suave y envolvente.
Otro vino de postre apreciado es el Aleático de Gradoli DOC, un vino de pasas con aromas intensos de rosa y frutas rojas, que combina bien con dulces de chocolate y crostata de guindas.
Además del vino, Roma cuenta con una tradición de licores y destilados que cierran la comida en perfecto estilo capitalino. El más conocido es la Sambuca romana, un licor de anís estrellado que se puede degustar solo, con hielo o “con la mosca”, es decir, con un grano de café tostado que realza su aroma.
El Amaro del Capo, un digestivo con notas herbales y cítricas, suele servirse helado después de una comida abundante, al igual que el Ratafià, un licor dulce de guindas o cerezas. Para quienes prefieren sabores más intensos, la Grappa del Lacio, obtenida de la destilación de orujos locales, es perfecta para finalizar una comida con un toque de calidez e intensidad.

Puntos de interés

Roma, la Ciudad Eterna, es un museo al aire libre donde cada rincón cuenta siglos de historia, arte y cultura. Desde el esplendor del Imperio Romano hasta el Renacimiento y el Barroco, la capital italiana ofrece un patrimonio incomparable de monumentos, plazas, iglesias y paisajes impresionantes que fascinan a millones de visitantes cada año.
Símbolo indiscutible de la ciudad, el Coliseo es el anfiteatro más grande del mundo y uno de los sitios arqueológicos más visitados. Construido en el siglo I d.C., fue el escenario de los juegos de gladiadores y espectaculares batallas navales. A su lado se extienden los Foros Imperiales, el centro político, económico y religioso de la antigua Roma. Pasear entre las ruinas del Foro Romano, con sus templos y arcos triunfales, permite revivir la grandeza del Imperio.
A pocos pasos se encuentra el Circo Máximo, el antiguo hipódromo de Roma, que podía albergar hasta 250.000 espectadores en las carreras de cuadrigas. Hoy, este amplio espacio al aire libre se utiliza para conciertos y eventos, ofreciendo también una vista espectacular sobre el Palatino, la colina donde, según la leyenda, Rómulo fundó la ciudad en el 753 a.C.
Otro tesoro de la época imperial son las Termas de Caracalla, uno de los complejos termales más grandiosos de la antigüedad. Construidas en el siglo III d.C., estas termas eran un verdadero centro de bienestar, con baños de agua caliente y fría, gimnasios, bibliotecas y salas decoradas con mosaicos y frescos. Hoy, sus majestuosas ruinas representan uno de los sitios arqueológicos más fascinantes de la capital y, durante el verano, albergan espectáculos de ópera y danza, ofreciendo una experiencia aún más evocadora.
En el corazón de la Ciudad del Vaticano se alza la Basílica de San Pedro, el templo cristiano más grande del mundo, con su majestuosa cúpula diseñada por Miguel Ángel y la espléndida Plaza de San Pedro, obra de Bernini. En su interior, obras maestras como la Piedad de Miguel Ángel y el suntuoso Baldaquino de Bernini dejan sin aliento. Imperdible es también la visita a los Museos Vaticanos, donde se encuentran tesoros como los Apartamentos Borgia, la Galería de los Mapas y, sobre todo, la extraordinaria Capilla Sixtina, decorada con los famosos frescos de Miguel Ángel, incluyendo el célebre Juicio Final.
Entre los lugares más icónicos de Roma destaca la Fontana di Trevi, obra maestra barroca de Nicola Salvi, donde, según la tradición, lanzar una moneda garantiza el regreso a la Ciudad Eterna. No muy lejos, la Plaza de España, con su famosa Escalinata de Trinità dei Monti, es uno de los rincones más elegantes de Roma, rodeado de boutiques exclusivas y cafés históricos.
La Plaza Navona, con su forma alargada, sigue el antiguo trazado del estadio de Domiciano. En su centro se alza la espectacular Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, mientras que alrededor se encuentran palacios históricos y la iglesia de Sant’Agnese in Agone, diseñada por Borromini. A pocos pasos se encuentra el Panteón, uno de los edificios mejor conservados de la antigua Roma, con su espectacular cúpula perforada en el centro, que aún hoy asombra por su perfección arquitectónica.
El Campidoglio, diseñado por Miguel Ángel, alberga la sede del Ayuntamiento de Roma y los Museos Capitolinos, que conservan obras maestras como la Loba Capitolina y la estatua ecuestre de Marco Aurelio. No muy lejos, el imponente Vittoriano, dedicado a Víctor Manuel II, ofrece una terraza panorámica con una vista impresionante de la ciudad y alberga el Altar de la Patria, donde arde la llama eterna en honor al Soldado Desconocido.
El barrio de Trastevere es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, con sus calles adoquinadas, trattorias históricas y la espléndida Basílica de Santa María en Trastevere, con sus mosaicos dorados. Cruzando el Tíber, se llega al antiguo Gueto Judío, un barrio rico en historia y tradiciones culinarias, dominado por la majestuosa Sinagoga de Roma y el evocador Pórtico de Octavia.
Roma no es solo monumentos, sino también espacios verdes de extraordinaria belleza. Villa Borghese, el parque más famoso de la ciudad, es el lugar ideal para pasear entre jardines, fuentes y esculturas. En su interior se encuentra la Galería Borghese, uno de los museos más prestigiosos del mundo, que alberga obras de Caravaggio, Rafael, Bernini y Tiziano.
Para una experiencia de otro tiempo, las Catacumbas de San Sebastián, San Calixto y Domitila, a lo largo de la Vía Apia Antigua, ofrecen un fascinante viaje a la Roma paleocristiana. Esta antigua calzada consular, aún pavimentada con sus losas originales, está salpicada de mausoleos, iglesias y villas patricias, inmersas en un paisaje sugestivo y alejado del bullicio de la ciudad.

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