Con un año de retraso y si todo va según lo previsto, Wout Van Aert hará finalmente su debut en el Giro d’Italia. El año pasado, aquella aparatosa caída en A Través de Flandes, que le provocó fracturas de clavícula y de varias costillas, privó a la Corsa Rosa de un protagonista muy esperado y que, según él mismo admitió, necesitaba ponerse a una prueba con una carrera y un objetivo distintos.
Pero Wout es un hombre de palabra y, 12 meses después, aquí está de nuevo, con renovados ‘sueños rosa’ en la cabeza. Como fuera de serie que es el belga, sin duda viajará a Albania con grandes ambiciones, pero Visma | Lease a Bike también contará en sus filas con Olav Kooij, buscando éxitos al sprint, y con Simon Yates, puntal de los amarillos para la clasificación general.
“En los sprints seré el lanzador de Kooij, por lo que será difícil para mí luchar por la Maglia Ciclamino”, admitió Van Aert este invierno. “Mi sueño, sin embargo, es vestir la Maglia Rosa en las primeras etapas, aunque sin intentar mantenerla durante dos semanas, porque eso implicaría el riesgo de no poder pelear por victorias de etapa. Y yo en el Giro quiero ganar más de una etapa”. Cuando alguien como él hace declaraciones así, podemos estar seguros de que llegará en gran forma a mayo. Ojalá pueda alcanzar “la mejor condición de su vida”, la misma que, según él, tenía justo antes de su caída el año pasado en aquella A Través de Flandes.
Si bien muchos lo consideran, seguramente de forma injusta, el eterno segundón, en Italia lo valoramos sin ambages como un ganador en toda regla. Ha conquistado las dos clásicas de un día más queridas y prestigiosas del calendario, la Strade Bianche y la Milano-Sanremo, además de dos etapas en la Tirreno Adrriatico. Fue precisamente en los caminos de tierra de Siena donde mostró por primera vez al mundo su inmenso talento en la carretera. En 2018, en la edición más embarrada de la historia, terminó tercero con el maillot del Vérandas Willems-Crelan, y todos recuerdan su esfuerzo titánico en el Muro de Via Santa Caterina, acabando incluso por los suelos. Para entonces, ya había ganado varias semiclásicas belgas, pero aquella actuación lo catapultó definitivamente al estrellato en el ciclismo de ruta, sacándolo del exclusivo mundo del ciclocross.
Quizás por eso los aficionados italianos lo adoran, porque para derribarlo, literalmente, hay que arrancarle la bicicleta de las manos. Y Wout parece devolver ese cariño. ¿Será por eso que pasa tantas vacaciones en Italia? Un Giro a su estilo, con ataques y espectáculo casi todos los días, no hará más que fortalecer esta conexión. Así que lo esperamos, tal vez vestido con la Maglia Rosa, quizás por los caminos de tierra, posiblemente en esa misma Piazza del Campo de Siena donde todo comenzó.