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Un bandido belga en el Blockhaus

04/04/2022

Las 10 subidas más emblemáticas de la Corsa Rosa: el Blockhaus

Tras el Zoncolan, Stelvio,  Gavia y Colle delle Finestre ahora es el turno de afrontar el Blockhaus.

¡No te pierdas las otras subidas! Descubra la sección dedicada disponible aquí, donde para cada uno puede encontrar la historia, anécdotas y las estadísticas más relevantes.

Un bandido belga en el Blockhaus

Esta subida, cuyo nombre sugiere a primera vista un paisaje germánico, está en realidad situada casi perfectamente en el centro de Italia, en el macizo de Maiella, en los Abruzos.
Parece que el término “Blockhaus” -literalmente “casa de piedras” en alemán- se debe a un comandante militar de origen austriaco que estuvo con un pelotón de bersaglieri en la cima de la montaña, donde se construyó un fuerte de piedra, con la tarea de combatir el bandolerismo en los primeros años tras la unificación de Italia.
No es casualidad que en las inmediaciones aún sea visible la “Tavola dei Briganti” (Mesa de los bandoleros), un gran pavimento de roca donde pastores y bandoleros dejaron grabados sus nombres y pensamientos.
La más conocida de estas inscripciones está fechada en 1867 y dice: “Vittorio Emanuele II nació como rey de Italia en 1820. Antes del 60 era el reino de las flores, ahora es el reino de la miseria”.
El Blockhaus debutó en el Giro de Italia exactamente cien años después, el 31 de mayo de 1967, y ese día se escribió allí otra página muy famosa, una de las más importantes de la historia del ciclismo.
Lo escribió un joven, que no tenía ni 22 años, natural de Tielt-Winge, en Flandes, que ya tenía dos Milán-Sanremo en su palmarés pero que se encontraba en su primera participación en el Giro.
Al comienzo de la etapa, la Caserta-Blockhaus, los favoritos eran la Maglia Rosa José Pérez, junto con Anquetil, Motta, Gimondi, Adorni, Zilioli y, por último, el ídolo local, la gamuza de los Abruzos, Vito Taccone.
El primero en mover ficha fue Taccone que, espoleado por el cariño de la multitud de sus compatriotas, lo intentó en solitario y lejos de la meta, pero tuvo que rendirse a unos 13 kilómetros de la cima.
La carrera siguió siendo muy táctica, con los mejores pilotos estudiándose sin atacar y sin hacer una selección.
A 2.000 metros de la meta, dos corredores, Schiavon y Zilioli, se despegaron por fin, y cuando parecía que ya tenían posibilidades de victoria, ante el asombro general surgió del grupo el hombre menos esperado, un chico belga que no llegaba a los 22 años.
Alcanzó a los atacantes, esprintó en el último kilómetro y nadie tuvo fuerzas para responder.
Ganó por 10″ sobre Zilioli y la Maglia Rosa Pérez.
Ese día muchos dijeron: “En el Blockhaus ha ganado un sprinter”, como para subrayar la actitud de espera de los demás, los escaladores, los favoritos.
Todavía no se imaginaban que acababan de presenciar algo que cambiaría el ciclismo para siempre.
No sabían, en ese momento, que el chico que acababa de grabar su nombre en la cima del Blockhaus se convertiría en el mejor ciclista de todos los tiempos: Eddy Merckx.

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