Sucede que incluso un granadero de 193 cm que destila potencia por todos sus poros puede emocionarse con una victoria en el Giro de Italia. Poco importa que Filippo Ganna hubiera ganado ya seis etapas en la Corsa Rosa, porque la etapa de hoy, la contrarreloj de Castiglione delle Stiviere a Desenzano del Garda, era especial por innumerables razones.
En primer lugar, la presión de tener que ganar a toda costa, en un recorrido totalmente llano y perfecto para sus características, y luego la necesidad de vengar la derrota sufrida en Perugia, cuando Tadej Pogačar le había arrebatado de las manos una victoria que parecía suya. El piamontés llevaba 256 días sin ganar -su ayuno más largo desde que se hizo profesional si se excluye la pandemia-, aún no había ganado este año, y su trono como mejor contrarrelojista del mundo empezaba a tambalearse peligrosamente. Y entonces Pippo siente el deber de demostrar continuamente que es el más fuerte, porque nadie está satisfecho, a pesar de las muchas victorias que ha conseguido en los últimos años, en contrarreloj, en pista, en todas partes.
Una mezcla de cargas amontonadas sobre sus hombros que no hacían más que aumentar su tensión e impaciencia por un resultado que demoraba su llegada. Y así, cuando llegó, Pippo se dejó llevar en un grito liberador, un grito que hizo las paces con todos y dio sentido a todos los enormes sacrificios. 53,434 km/h fue la velocidad media a la que cruzó la línea de meta a orillas del lago de Garda. De las 10 contrarrelojes más rápidas de la historia del Giro de Italia, cinco las ganó Ganna. Así que, sólo para señalar qué clase de corredor es este tipo de Verbania.
Esta vez, la Maglia Rosa, Tadej Pogačar, también tuvo que rendirse, pero aun así consiguió recortar unas decenas de segundos a sus rivales directos. Con una ventaja de 3’41” sobre el segundo, Geraint Thomas, Tadej tiene el margen más amplio en la 14ª etapa desde 1990 y el año totalmente rosa de Gianni Bugno. Y lo mejor está por llegar, porque a partir de mañana llegan las grandes montañas, los grandes desniveles, los que han inspirado a escritores y poetas. A partir de mañana, todos desnudos ante los Alpes.
