El año pasado, por estas fechas, Lennard Kämna se enfrentaba a un periodo concreto de su carrera y de su vida en general. Intentaba dilucidar si ser ciclista profesional era realmente lo que quería hacer con su vida o quizás era mejor hacer algo que le permitiera hacer una vida con un poco menos de sacrificio. Y estas incertidumbres empezaron a dar vueltas en su cabeza apenas unos meses después del año en el que se consagró al más alto nivel: en 2020, de hecho, Kämna había sido una de las revelaciones de la temporada, con una victoria de etapa en el Tour del Dauphiné y luego en el Tour de Francia.
Sin embargo, en 2021, algo hizo clic. Fue lento al empezar la temporada, su primera carrera fue la Volta a Catalunya a finales de marzo (e incluso ganó una etapa), pero luego paró, corrió la Volta ao Algarve a principios de mayo y allí decidió que había tenido suficiente. Durante el resto de 2021 no volvió a correr: necesitaba volver a encontrarse a sí mismo.
“Sentí que me faltaba la oportunidad de desarrollar otros intereses“, había explicado en una entrevista con Weser-Kurier, “Con cada imprevisto, el estrés aumentaba increíblemente. Pensaba que había vivido mi vida de forma equivocada, que necesitaba abrirme a otras experiencias. Me resultó difícil salir de ese túnel”. Bora-hansgrohe nunca dejó de apoyarle y durante esos meses de descanso Lennard se dio cuenta de que el ciclismo era realmente su vida.