Un prodigio. Remco Evenepoel difícilmente puede resumirse con otro término que ése. Solo tiene 23 años pero entre los profesionales ya ha ganado 41 veces, y no cualquier carrera, sino el Campeonato del Mundo de Wollongong del año pasado, dos Lieja-Bastogne-Lieja, una Vuelta a España y dos Clásicas de San Sebastián.
Y pensar que hasta 2017 no había montado prácticamente nunca en bici a pesar de que su padre Patrick era profesional desde hacía tres años. Remco fue un futbolista de talento, primero en el PSV Eindhoven y luego en el Anderlecht, y en la selección juvenil belga. Luego, una lesión le obligó a dedicarse al ciclismo para rehabilitarse, y allí descubrió que tenía un talento aún mayor, de esos que nacen cada pocas décadas.
En 2018, un año después de descubrir la bicicleta, aniquiló a toda la categoría júnior, ganando los Campeonatos de Europa y del Mundo tanto en ruta como en contrarreloj, y batiendo a sus rivales por márgenes abismales. Eso fue suficiente para que Quick-Step y Patrick Lefevere decidieran llevarlo a los profesionales directamente desde los juniors. Su debut entre los grandes se produjo a los 19 años, y ya en su primer año empezó a enriquecer su palmarés con prestigiosos éxitos, hasta convertirse en el campeón indiscutible que es hoy.
Entre medias, sin embargo, no faltaron las dificultades, como la brutal caída en Il Lombardia y la consiguiente fractura de pelvis, o su primera Gran Vuelta, el Giro de Italia 2021, que empezó con grandes expectativas y terminó, en cambio, con una triste retirada. Se habló mucho de él en aquella edición de la carrera, ya que muchos consideraban que era demasiado pronto para que debutara en una carrera de tres semanas, más aún teniendo en cuenta que empezaría esa temporada directamente en Italia tras recuperarse de una lesión, mientras que otros decían que, desde luego, un talento así no se podía recortar.
La joya belga empezó bien a pesar de ser la primera carrera del año, y durante la primera parte del Giro se erigió como el rival más digno de crédito para el desaforado Egan Bernal. Luego vino el declive, se metió en problemas en la etapa de las carreteras blancas de Montalcino y luego en el Zoncolan, antes de desplomarse finalmente en la lluviosa etapa de Cortina d’Ampezzo y retirarse antes de la etapa 18. Un accidente en el camino hacia la leyenda.
Después de ese Giro, sólo corrió otra Gran Vuelta, la Vuelta a España del año pasado, y la ganó. Ni que decir tiene que saldrá de la Costa dei Trabocchi con el objetivo de ganar la maglia rosa, lo que elevaría aún más su estatus de fenómeno, con todavía tantos años de carrera por delante. Este año ya ha ganado el UAE Tour, terminó 2º en la Volta a Catalunya (ganada por Primož Roglič, a quien también encontrará en el Giro) con dos victorias de etapa, y dio otro espectáculo en la Lieja-Bastogne-Lieja. Pararle será muy difícil.