Domenico Pozzovivo lleva en el pelotón desde 2005 y aún hoy, a sus 40 años, sigue siendo una de las mejores esperanzas de Italia a la hora de entrar en las clasificaciones de las Grandes Vueltas. Sin el hombre de Lucania, no hay Giro de Italia: el corredor del Israel-PremierTech estará este año en la salida de la Corsa Rosa por decimoséptima vez en su carrera y lleva allí desde 2010. Su historia con el Giro no siempre ha sido rosa y flores, porque en las carreteras italianas ha sufrido algunas de sus muchas lesiones, pero por otro lado lo ha terminado siete veces en el Top 10, forjando su carácter ahora querido por los aficionados italianos.
Sin embargo, en 16 años de historia y tantas ediciones pasadas en las primeras posiciones del pelotón, Pozzovivo sólo ha ganado una etapa, en Lago Laceno en 2012. Domenico corría con el Colnago CSF (actual Green Project-Bardiani CSF-Faizanè) y, aunque solo era la etapa 8 de aquel Giro, en la clasificación general ya pagaba casi dos minutos a la maglia rosa Ryder Hesjedal, perdidos entre la contrarreloj inaugural y la posterior contrarreloj por equipos.
Tras la llegada a Rocca di Cambio el día anterior, se esperaban las primeras sacudidas en la clasificación general en el Lago Laceno: el Liquigas de Ivan Basso tomó la situación en sus manos desde los primeros kilómetros de ascenso, en particular con el sólido corredor polaco Sylwester Szmyd, que poco a poco fue rozando al grupo. Sin embargo, en el punto más difícil de la ascensión, donde las pendientes son del 12%, a poco más de dos kilómetros del GPM, Pozzovivo esprintó, animado por sus numerosos seguidores llegados de la cercana Basilicata. En el pelotón no hubo reacción y la acción de Pozzovivo fue arrolladora; en la cima de la subida tenía más de 25 segundos sobre el primer perseguidor, el vasco Beñat Intxausti (Movistar), y 30 sobre el pelotón. Los últimos 4,5 kilómetros sobre el falsopiano fueron un largo arrastre del Lucano que, a sus 29 años, pudo por fin llevarse a casa la ansiada victoria en el Giro de Italia.
Por detrás nadie se movía, aunque la Maglia Rosa Hesjedal había mostrado cierta dificultad. Fue un error que más tarde pagarían Ivan Basso, el fallecido Michele Scarponi y Joaquim Rodríguez, porque el infravalorado canadiense se crecería en la distancia y ganaría por sorpresa aquel Giro de Italia.
