Corría el año 1972, en pleno reinado de Eddy Merckx, quien, conviene recordarlo una vez más, es a día de hoy el mejor corredor de todos los tiempos, con más de 400 victorias entre los profesionales. En aquella temporada, incluidos los criteriums, se llevó a casa la friolera de 50 victorias, entre ellas la Milán-San Remo, la Lieja-Bastogne-Lieja, la Vuelta a Lombardía y el resonante doblete Giro de Italia – Tour de Francia, que consiguió tres veces en su carrera.
Ya había ganado dos veces la Corsa Rosa, y en esa carrera de 1972 se vio amenazado por los desatados españoles del KAS, que habían demostrado que podían plantarle cara en las subidas, pero no en el resto de terrenos. Tras perder dos minutos en el Blockhaus frente a José Manuel Fuente, el Caníbal le había arrebatado la maglia rosa al español en la 7ª etapa, en Catanzaro, y la revigorizó a su manera ganando la contrarreloj en Forte dei Marmi y luego escapándose en el Monte Jafferau.
Los españoles esperaban las grandes montañas para intentar un último asalto desesperado al Giro, y la primera oportunidad llegó en la larguísima etapa Parabiago-Livigno, de 256 km, con el Passo del Foscagno por abordar en el final. Fuente atacó y ganó un puñado de segundos sobre Merckx, pero en el descenso a Livigno fue alcanzado y se alejó, debido también a un desafortunado pinchazo que le hizo perder más terreno.
En Livigno, por tanto, Merckx llegaría triunfante con la Maglia Rosa, con la certeza de que nadie podría arrebatársela. Al día siguiente en el Stelvio dejaría la gloria a Fuente, pero el último día en Milán llegaría con una ventaja de 5’30” sobre él y 10’39” sobre su compañero Francisco Galdós. El Caníbal hace el Caníbal.
