La edición 2010 del Giro de Italia fue una de las más entretenidas y emocionantes de la historia reciente de la carrera. Lo que la caracterizó fue sobre todo la famosa escapada de L’Aquila, en la Etapa 11, pero los 10 primeros días también fueron muy electrizantes. Nuestra memoria se remonta por tanto a la Etapa 7, la de la llegada a Montalcino y varios tramos de grava, en la estela del gran éxito que estaba teniendo la Strade Bianche, nacida en 2007.
Condicionada por la lluvia, la etapa fue testigo de numerosas caídas, incluida la del Maglia Rosa Vincenzo Nibali en el tramo de descenso justo antes de la carretera de grava, en la que se vio implicado casi todo su equipo, el Liquigas. El ambiente rozaba la anarquía y el trabajo de los equipos de bandera era inútil porque era imposible asistir adecuada y puntualmente a todos los corredores. En medio del barro y el agua, sin embargo, estaban listos Cadel Evans y Aleksandr Vinokourov, que atacaron en varias ocasiones, destrozando al pelotón. En el forzamiento final de los últimos 700 metros cuesta arriba, fue el campeón del mundo Evans quien se impuso, por delante de Damiano Cunego. Nibali, que estaba a dos minutos de Ivan Basso, perdió la maglia rosa en favor de Vinokourov.
Esa etapa fue votada como la más bonita del año y ayudó aún más al mito en alza de la Strade Bianche. No es casualidad que, desde entonces, las carreteras de tierra toscanas vuelvan periódicamente al Giro de Italia.
La jornada de Montalcino, y más aún la desastrosa etapa de L’Aquila, obligaron al Liquigas a cambiar de táctica, planteando una segunda parte del Giro toda al ataque que culminaría con el triunfo, el segundo, de Ivan Basso y el tercer puesto de Vincenzo Nibali.