Aquel grito liberador al final de la contrarreloj del Monte Lussari, una vez confirmado que había superado a Geraint Thomas en la clasificación, lo recordamos todos. Primož Roglič es un tipo desenfadado, que parece no sentir la presión, que da la impresión de vivir el ciclismo casi como si fuera un juego, pero el triunfo en el Giro d’Italia 2023 nos demostró cuánto, en realidad, el fuera de serie esloveno deseaba esa Maglia Rosa y ese Trofeo Senza Fine.
Dos años después, está listo para volver a la carga en la carrera que, más que ninguna otra, lo dio a conocer al gran público. En 2016 ganó la contrarreloj del Chianti, pero para todos seguía siendo solo el exsaltador de esquí. Con casi 27 años, era prácticamente imposible imaginar que allí comenzaría una carrera que, hasta ahora, suma 89 victorias a nivel profesional, incluidos cuatro triunfos en la Vuelta a España, una Lieja-Bastoña-Lieja, dos victorias en la Tirreno Adriatico, dos en la Vuelta al País Vasco, dos en el Tour de Romandía y una en la París-Niza, además de un título olímpico en contrarreloj, solo por mencionar algunos de sus logros. El Giro de 2023 representó la guinda del pastel de una carrera que ya era extraordinaria, pero que necesitaba la gran confirmación de una Maglia Rosa o un maillot amarillo, después de haber sufrido una decepción tras otra en el Tour de Francia en años anteriores, en particular la increíble y memorable derrota en la contrarreloj de La Planche des Belles Filles a manos del joven astro naciente Tadej Pogačar.
Roglič cumplirá 36 años en octubre, pero mientras que muchos de sus contemporáneos ya elaboran planes para después de su retirada, él parece no sentir la edad y, de hecho, sigue ampliando su palmarés con nuevas victorias. Probablemente, el haber descubierto el ciclismo tarde le permitió no desgastarse demasiado durante su veintena, y ahora, con la experiencia y madurez de un treintañero, sabe cómo gestionarse y afrontar cualquier carrera.