El holandés, y con él otros especialistas como Fabian Cancellara, nada pudieron hacer una semana después en la contrarreloj del Chianti Classico. Roglič esprintó a casi 47 km/h, logrando la primera de sus cuatro victorias de etapa en el Giro de Italia.
Regresará a la Corsa Rosa en 2019 como cofavorito, avivando una rivalidad con Vincenzo Nibali salpicada por la polémica. El esloveno conquistó enseguida la maglia rosa en la cima de ‘su’ San Luca -donde ganará tres veces el Giro dell’Emilia- y también voló contra el crono en la Riccione-San Marino. Llegó la montaña y todo parecía listo para el duelo anunciado desde hacía semanas con Nibali, pero fue entonces cuando apareció la tercera rueda, Richard Carapaz. El ecuatoriano aprovechó el control entre ambos y Roglič no tuvo más remedio que conformarse con el escalón más bajo del podio.
Pero volvamos a las 17.48 del 27 de mayo de 2023. Geraint Thomas, en la Maglia Rosa, está pasando por el tiempo intermedio cuando las cámaras cortan bruscamente a Roglič, que se afana en ajustar la cadena de su bicicleta, que se había roto tras pasar por encima de un barranco. Le ayuda Mitja Meznar, que fue amigo y compañero de equipo de Roglič en su anterior carrera, la de esquiador. A menudo e injustamente descrito como frío y calculador, Roglič sabe que ya no se pueden hacer cálculos y empieza a pisar los pedales como nunca.
Hasta la línea de meta, donde marca el mejor tiempo y es recibido por el rugido de sus compatriotas, incrédulos de haber vivido un momento tan emocionante. El reloj sigue corriendo y Thomas sigue sin aparecer.
Cuando, a las 17.58, la silueta de la Maglia Rosa apareció en el horizonte, ya era demasiado tarde. Eslovenia subía por primera vez a lo más alto del Giro de Italia, y es significativo que fuera el joven que había despertado la curiosidad desde su primera aparición en la Corsa Rosa, tanto por su atípica historia como por sus cualidades. El Trofeo Senza Fine (Trofeo sin fin), que le fue entregado directamente de manos del Presidente de la República Sergio Mattarella, ya lleva su nombre, pero el periplo Rosa de Primož aún no ha terminado.