Lo hemos admirado hasta hace pocas semanas luchando, atacando y defendiéndose en las grandes clásicas de pavé, y el pensamiento unánime ha sido: “¡Qué corredorazo es Mads Pedersen!”. Y así es, porque el danés, en la era de los fenómenos generacionales, es a menudo el primero de los humanos. Tanto es así que más de una vez ha logrado confundirse y mezclarse con esos extraterrestres. Su única mala suerte ha sido nacer en el mismo periodo histórico que Tadej Pogačar y Mathieu Van der Poel, dos ciclistas que arrasan con todo y no dejan nada a nadie.
A pesar de ello, Pedersen nunca ha bajado la cabeza; al contrario, ha empezado a responder a los fuera de serie con acciones propias de auténticos fuera de serie, recogiendo el guante de ese gran reto y convirtiéndose en protagonista de acciones que Pogačar y Van der Poel han convertido en rutina. En la Gante-Wevelgem, por ejemplo, Pedersen ganó con una escapada en solitario de 55 km, resistiendo los intentos del grupo de neutralizarlo, y confirmando así que, en el fondo, quizás él tampoco sea tan normal. En la París-Roubaix, en cambio, se clasificó 3º, pero sin un pinchazo en el momento clave de la carrera, quién sabe dónde habría llegado. Al fin y al cabo, el corredor del Lidl-Trek cuenta con un palmarés de 50 victorias, entre ellas un Mundial en 2019, cuando aún no era el deportista sólido y triunfador que es hoy. Pero también figuran entre sus logros 3 de esas Gante-Wevelgem, así como triunfos de etapa en las tres Grandes Vueltas.