Al final, se le escapó una lágrima. Siempre le hemos visto tranquilo, relajado, en la clásica actitud del “carpe diem”, “pasará lo que tenga que pasar”, pero esta vez la emoción también le embargó. El abrazo de su rival João Almeida, luego el de todos sus compañeros (algunos estaban más emocionados que él) y el de todo el personal del Jumbo-Visma, y un par de lágrimas rodaron por su rostro de alegría.
Y claro que lo hicieron, porque Primož Roglič ganó en el Monte Lussari, ganó a pocos pasos de su Eslovenia natal, rodeado y urgido por miles de compatriotas que habían acudido a las faldas de la subida friulana, y pasó a llevarse la Maglia Rosa por la fuerza. Venció a Geraint Thomas (Ineos Grenadiers) por 40 segundos y dispuso de 26 segundos para recuperar, suficientes para ganar -de forma no oficial, a la espera del desfile de mañana en Roma- el Giro de Italia 2023.
Primož logró el éxito más importante de su carrera exactamente de la misma forma que lo había visto privado en el verano de 2020, cuando en la contrarreloj de la Planche des Belles Filles su compatriota Tadej Pogačar le había arrebatado increíblemente el maillot amarillo en la última etapa, a pesar de los 57″ de ventaja con los que Roglič partía. Pero él nunca quiso ver fantasmas, y esta vez el destino quiso hacerle un regalo, devolviéndole lo que le había arrebatado.