Siempre hay una gran expectación cuando se trata de saber, descubrir, adivinar, desde dónde partirá el próximo Giro de Italia. Es absolutamente comprensible que así sea, porque la ciudad, o zona, designada se convierte en el centro de gravedad del gran ciclismo durante unos días. Acoger el primer acto del Giro significa aportar prestigio y honor a ese territorio.
Un honor del que, más que nadie, ha podido presumir la ciudad de Milán, que desde 1909 hasta 1959 siempre inició las hostilidades, con raras excepciones como Roma (1911, 1929), Mesina (1930) y Palermo (1949, 1954). Desde 1960, sin embargo, cualquier zona de Italia empieza a soñar con poder llevar la primera etapa a sus carreteras y, de hecho, hasta la fecha, no menos de 18 regiones italianas han acogido al menos una Gran Salida (sólo faltan Molise y Basilicata). Lombardía, por supuesto, encabeza esta clasificación especial con un total de 44 salidas, seguida de Sicilia con 9 y Liguria y Véneto con 5.
Con el paso de los años, sin embargo, esa fantástica fiesta que son las primeras fracciones del Giro empezó a interesar también a los países extranjeros, que vieron en la Carrera Rosa un fenómeno mundial para intentar que sus propios ciudadanos también lo vivieran. Así que el Giro empezó a ampliar sus horizontes, primero con la participación de dos naciones vecinas como San Marino (Gran Salida en 1965) y el Principado de Mónaco (1966), y luego aumentando gradualmente la distancia.
En 1973 comenzó en Verviers (Bélgica), tierra de campeones, y a partir de ahí toda Europa empezó a presentar su candidatura para albergar algún día las primeras etapas de la carrera. En 1996 fue Atenas (Grecia) y en 1998 Niza (Francia). Los Países Bajos han acogido nada menos que tres Grandes Salidas en el nuevo milenio: Groningen en 2002, Ámsterdam en 2010 y Apeldoorn en 2016. Entre medias hubo también experiencias en Seraing (Bélgica) en 2006, Herning (Dinamarca) en 2012, Belfast (Irlanda del Norte) en 2014, la histórica de Jerusalén en 2018 y, la última, en Budapest (Hungría) en 2022.
La historia de la Corsa Rosa sigue avanzando y, entre nuevas fronteras y lugares históricos, el Giro ha demostrado que puede ir a cualquier parte.