El viernes 3 de marzo, Jumbo-Visma anunció por sorpresa en un comunicado de prensa que Primož Roglič volvería a competir en esta Tirreno-Adriático 2023. Seamos sinceros, no podía haber mejor noticia. El esloveno, además de ser un campeón con 65 victorias en su carrera, es una de esas personas que siempre honra la carrera, y siempre lo hace a su manera pura y sencilla que tanto gusta a los aficionados. Había muchos interrogantes sobre cuándo podría volver, ya que la larga recuperación para arreglar su hombro no tenía una fecha límite real: se rumoreaba que sería a finales de marzo en la Vuelta a Cataluña, pero Primož quería presentarse en Lido di Camaiore para poner el primer ladrillo en un camino que le llevará al Giro de Italia, su gran objetivo de la temporada.
Pero merece la pena repasar su largo y problemático invierno para entender de dónde viene Roglič. Tras dislocarse el hombro en la París-Niza 2021 y volver a hacerlo en el Tour de Francia 2022, lo que le llevó a retirarse de la Grande Boucle y luego también de la Vuelta a España -donde venía de tres éxitos consecutivos- debido a otra caída, el esloveno había decidido poner fin a sus males operándose el hombro, que para entonces ya no estaba donde él quería. “En total se me había salido 30 o 40 veces, era muy doloroso y no podía más”, declaró Roglič en una entrevista reciente, “me lo volvía a colocar yo mismo, pero no tenía sentido seguir sufriendo así. Me operaron, me pusieron un trozo de hueso en la parte donde sobresalía el hombro, para que no volviera a ocurrir. Durante un tiempo no pude mover el brazo, tardé varios meses en volver a la normalidad. Por suerte no soy nadador, sino hubiera sido un problema serio.