Etapa 2: Stupinigi – Novara, Días de postal
Al introducir su novela dedicada a los trágicos acontecimientos de Antonia, la bruja de Zardino, Sebastiano Vassalli describe la llanura de Novara como la nada. Una nada con la capacidad específica de dar, en no más de treinta días al año, casi siempre en primavera, un horizonte claro y nítido, capaz de fundir arrozales y montañas de una manera muy especial, “que ensancha el corazón”. Los llama días de postal.
Bonaria, vigilando desde lo alto “un escenario tan grande como toda una región, en el que siempre se han representado los acontecimientos y las hazañas de los vivos de esta parte del mundo”, se eleva la quimera que da título al relato: el monte Rosa, con sus picos y glaciares; lejano pero muy cercano. Según el escritor, lo que ocurre en estas tierras llanas desaparece más fácilmente en los remolinos de la memoria, que se traga los acontecimientos como hizo la Sesia, o la Historia, justo con el pueblo de Zardino. El grupo puede pasarnos sólo en la fantasía porque, precisamente, ya no existe. Sólo vive en la tinta. Las leyendas de los valles alpinos, en cambio, tienen la tendencia a conservarse durante milenios. A menudo, en el ciclismo no es diferente.
Así que puede ocurrir, y quizá se deslice un poco en el recuerdo, que, justo aquí, un corredor de los que no son precisamente desconocidos se encuentre, por primera vez en su carrera, en lo más alto de la clasificación general del Giro. Es bonito pensar que fue un día de postal, el 21 de mayo de 1968, cuando en Novara, un poco por sorpresa, la Quimera prestó su hermoso color rosa al maillot de Eddy Merckx. Su número sorpresa desbarata una etapa con final escrito: el sprint se organiza a la izquierda de la carretera final, el belga sale por la derecha y destroza los sueños de los velocistas con un golpe seco. Es la primera etapa en línea de esa edición: etapa y maillot. El 68 fue el año del punto de inflexión para el Merckx de las carreras por etapas: Eddy fue tomado bajo el ala del experto Vittorio Adorni. Ambos compartieron habitación y un proceso educativo que terminaría en Nápoles, con un resultado muy diferente al de Antonia: la victoria final del Caníbal.
Una aventura que comenzó con la magia de Novara, donde el paisaje circundante susurra que “el mundo es una bola de caminos y siguiéndolos se encuentra todo: la vida y la muerte, la miseria y la felicidad, las lágrimas y el consuelo, la aventura y el amor”. En esa maraña, en unos pocos días bien elegidos, pero no más de una veintena en un año, también se puede encontrar la maglia rosa.