Taco van der Hoorn gana la segunda etapa del Giro de Italia en una escapada en la que ni él mismo creía.
Taco van der Hoorn pasó dos años en el Jumbo Visma y dice que disfrutó trabajando como domestique para Wout Van Aert, pero en el Intermarché-Wanty-Gobert Matériaux le prometieron más libertad.
¿Libertad? ¿Nadie le dijo que pueden monitorizar la temperatura central y el azúcar en sangre en tiempo real, y correlacionarlos con el rendimiento energético? ¿O que, en todo caso, los ritmos de trabajo se comparan en pantalla para demostrar la inutilidad de la fuga cuando, en el vientre del pelotón, unas decenas de vatios bastan para igualar a los esforzados fugitivos? ¿Que un enjambre de satélites geoestacionarios que todo lo ven sobrevuelan, recogiendo puntos de datos y transmitiendo la posición de cada corredor a los técnicos en tierra, que calculan los índices de convergencia? En resumen, no hay escondite, nada se deja al azar, no hay libertad?