Os presentamos en 6 episodios las etapas y dificultades que, sobre el papel, mayor protagonismo jugarán en la lucha por la Maglia Rosa y la clasificación general.
Episodio 2: los ‘sterrati’ de Siena
Desde hace 15 años, el sterrato se ha convertido en parte importante del recorrido del Giro d’Italia. Polvo, ataques y giros inesperados: cuando el pelotón se adentra en los tramos sin asfaltar, el espectáculo está garantizado, y por eso, casi cada año, se incluye algún tramo de divertida y auténtica strada bianca, generalmente en la primera mitad de la Corsa Rosa. Sin embargo, nunca antes había ocurrido que una etapa se pareciera tanto a una versión en miniatura de la Strade Bianche como sucederá en la Etapa 9 del Giro d’Italia 2025, de Gubbio a Siena, con 181 km.
La fracción incluirá 5 de los míticos sectores de tierra de la “clásica del Norte más al sur de Europa”, con un total de 29,5 km de tramos sin asfaltar, todos ellos concentrados en los últimos 70 km de carrera. Y no solo eso: el final también será el mismo que el de la Strade Bianche, ya que los corredores subirán el muro de Via Santa Caterina y cruzarán la icónica Piazza del Campo, que, poco más de dos meses después de haber aplaudido por tercera vez a Tadej Pogačar, premiará al vencedor de etapa.
Tras una primera parte de etapa relativamente tranquila, la carrera se volverá más nerviosa a medida que se acerque el sterrato: en un intervalo de 35 km, entre 70 y 35 a meta, el pelotón afrontará los largos sectores de Pieve a Salti (8 km), con 2 km de subida con pendientes del 11%; el de Serravalle (9,3 km), con una subida de 2,2 km también con rampas del 11% —nueva incorporación a la Strade Bianche 2025—; y finalmente el de San Martino in Grania (9,5 km), con 5,6 km de subida y pendientes del 12%, al final del cual habrá un puerto de 4.ª categoría. En la Strade Bianche, estos tramos se recorren en la primera parte de la carrera, por lo general a un ritmo más controlado, pero esta vez estarán más cerca de la meta y probablemente se afronten a velocidades mucho más elevadas.
Los dos últimos sectores, incluidos en los últimos 20 km de la prueba, son a menudo decisivos incluso en la Strade Bianche: el de Monteaperti, una rampa de 800 metros con pendientes de doble dígito, y el de Colle Pinzuto, 2,4 km de subida con rampas de hasta el 15%, donde este año Pogačar, a pesar de una caída previa y su buzo desgarrado, logró soltar definitivamente a Tom Pidcock. Antes de llegar a meta aún quedará el muro de Via Santa Caterina, en pleno centro de Siena: 500 metros de adoquines, ya dentro del último kilómetro, con una pendiente media superior al 13%.
Resulta casi innecesario subrayar cuán peligrosa puede ser esta etapa para quienes aspiran a la Maglia Rosa final. Una caída, un pinchazo o un fallo mecánico en el momento equivocado puede comprometer las ambiciones de cualquier corredor. Lo vemos cada año en la Strade Bianche: cuando la carrera se enciende y los ciclistas se dispersan por todas partes, es difícil recibir asistencia y se pueden perder dos minutos en un suspiro. Será interesante ver si algún hombre de la general intentará dar un golpe sobre la mesa, atacando o siguiendo los movimientos de algún especialista en este tipo de terreno, como Wout Van Aert o Mads Pedersen. Estamos bastante seguros de que la mayoría de los aspirantes a la Maglia Rosa se conformarían con no perder tiempo, pero hará falta tener piernas… y suerte. Y veremos si no llueve…