La aproximación que los ciclistas tendrán con Albania no será de las más ligeras. De hecho, el Giro de Italia 2025 se abrirá con una etapa nada fácil que llevará a los ciclistas de Durrës (Durrës) a Tiranë (Tirana) a lo largo de 164 km. No hay que dejarse engañar por el hecho de que la salida y la meta estén en dos grandes ciudades, ya que, al igual que ocurrió con la etapa inaugural en Turín en 2024, se trata de la ya típica «etapa de montaña en la ciudad», con diversas dificultades de altitud que harán compañía a los atletas durante toda la etapa.
La Corsa Rosa partirá de las orillas del mar Adriático: Durres es conocida por su puerto, el mayor del país, que es un punto de acceso clave para la economía albanesa, ya que la conecta directamente con Italia y Europa. El paseo marítimo de la ciudad, recientemente renovado, ofrece una animada vida nocturna y concurridas playas durante el verano. Desde el punto de vista cultural e histórico, es famosa por sus restos arqueológicos, como el anfiteatro romano, uno de los mayores de la península balcánica, y las murallas medievales.
Los primeros 70 km de la etapa serán llanos, tras lo cual llegará el momento de la primera subida del Giro, la de Gracen (2ª cat., 13,5 km al 5,2% con picos del 11%) que, sin embargo, al estar a más de 80 km de la meta no debería hacer demasiado daño. Una vez abajo y en Tirana, sin embargo, será el circuito de 22,2 kilómetros que se repetirá dos veces el que rozará al pelotón y mostrará el camino hacia la primera Maglia Rosa. La subida a Surrel (3a cat.) en particular será decisiva, ya que la segunda ascensión terminará a menos de 12 km de la meta, lo que supondrá un trampolín ideal para los que estén dispuestos a atacar. La subida mide unos 4 km, con pendientes bastante «malas» en el primer kilómetro y luego en torno al 5% hasta la cima.
Será entonces la capital, Tirana, la que luzca la primera Maglia Rosa. La ciudad es el corazón político, cultural y económico de Albania, y se distingue por su combinación de influencias arquitectónicas: edificios otomanos, estructuras de la época fascista y construcciones modernas.
El centro de la ciudad, recientemente renovado, se caracteriza por grandes y coloridas plazas como Piazza Skanderbeg, que alberga monumentos simbólicos como la estatua del héroe nacional albanés Skanderbeg, la mezquita Et’hem Bey y el Museo Nacional de Historia.
Tirana también es famosa por su energía juvenil y su creciente sector artístico y cultural, con barrios como Blloku, antaño reservado a la élite comunista, ahora transformado en una vibrante zona de bares, restaurantes y clubes de moda. La ciudad también está inmersa en una serie de iniciativas de sostenibilidad, como el fomento del ciclismo y la creación de espacios verdes, entre ellos el popular Parque del Lago Artificial. Por primera vez, pues, también verá zumbar por sus calles a la élite del ciclismo.
