Como suele decirse, no hay gran genio sin una dosis de locura. Julian Alaphilippe es un gran genio del ciclismo, ahí está su palmarés para demostrarlo, con dos Campeonatos del Mundo, una Milán-Sanremo, una Strade Bianche y etapas en las tres Grandes Vueltas para destacar entre sus 42 éxitos profesionales. Y luego está esa sana locura gracias a la cual se ha convertido en uno de los corredores más queridos por el público, ese seguimiento más del corazón que del cerebro que inevitablemente emociona y une a la gente.
Hoy nos ha dado un ejemplo de ello al atacar a falta de 125 km junto a Mirco Maestri (Team Polti Kometa). Parecía una apuesta arriesgada, dado que finalmente se estaba formando la escapada del día tras 70 km de lucha, pero en cambio acertó, porque en la línea de meta de Fano llegó en solitario, animado por dos alas del público, en el que es su primer éxito en el Giro de Italia.
“¿Un renacimiento? Nunca me fui”. Alaphilippe venía de un inicio de temporada complicado, en el que sólo había logrado un podio y muchas críticas, desde fuera pero también desde dentro, ya que también se cuestionaba su profesionalidad como deportista. Julian nunca se amilanó, esperó su momento con mucha gracia y llegó a la Corsa Rosa con las ganas de un neoprofesional.
En los últimos días ya había atacado en varias ocasiones, a su manera, con estrategias a veces poco meditadas. También hoy parecía una de esas acciones mal concebidas, pero en cambio se las arregló perfectamente durante 125 km y en la última subida del Monte Giove colocó el golpe que le permitió despegar a un gran Maestri y resistir el regreso de Jhonatan Narvaez, Quinten Hermans, Michael Valgren y Chrstian Scaroni.
En el pequeño círculo de corredores que han ganado en las tres Grandes Vueltas ahora también está él, pero estamos seguros de que no quiere detenerse aquí, de que quiere seguir entreteniéndonos, porque así son los campeones. Así que, LouLou, ¿cuándo será tu próximo y loco ataque?
