Cada vez que llega el Día de San Valentín, un pensamiento vuela, como él, también por el cielo. Para quienes aman y han amado el ciclismo, el 14 de febrero es el día maldito en que se fue Marco Pantani.
Un vacío nunca llenado, especialmente para los aficionados italianos, que, como nunca antes y nunca después, en aquellos años pasaban las tardes fijos frente al televisor, esperando un ataque del Pirata.
Piancavallo, Montecampione, Oropa, Alpe di Pampeago y tantas otras subidas; en el Giro d’Italia, Pantani escribió algunas de las páginas más bellas de su vida, demasiado corta.
Llegó como una tormenta a las montañas de nuestro país, batiendo récords y dibujando obras maestras. En aquel 1998, cuando ganó el Giro y luego el Tour, todos querían ser Marco Pantani.
A los 21 años de su partida, aún es difícil aceptar esa marcha. A 21 años de su trágica pérdida, solo nos queda seguir recordándolo y admirar por enésima vez los videos de sus hazañas, de los que no nos cansaremos nunca.
A 21 años de su fallecimiento, Marco sigue haciéndonos mucha falta.
