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Etapa 5

Genova > Lucca


Génova y la costa

Fascinantes son los carruggi, esas callejuelas justo detrás del puerto donde siempre ha latido el corazón de Génova; extraordinarios son los Palazzi dei Rolli, que por su magnificencia han sido incluidos en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco; no hay que perderse el mundialmente famoso Acuario. Génova siempre ofrece una excusa válida para quedarse. Pero el Giro no deja demasiado tiempo, hay que tomar nota y regresar cuanto antes.

El juego del día es adelantarse al grupo, calculando bien el tiempo para permitirse algunas visitas a los lugares atravesados por la etapa.

Siguiendo el Aurelia se llega primero a Recco (aquí no hace falta mucha imaginación para obligarse a hacer una parada en busca de la más renombrada focaccia ligur) e inmediatamente después a Camogli, también conocida como "la ciudad de los mil veleros blancos", en recuerdo de la época en que albergaba a numerosos armadores y a las flotas a su servicio, pero que hoy deslumbra por el colorido de las fachadas de las casas que rodean el puerto. Luego está Rapallo, que, justo detrás del paseo marítimo, conserva su trazado medieval y presume de un castillo del siglo XVI que parece suspendido sobre el agua. Y luego Zoagli, Chiavari, Lavagna y Sestri Levante, mundanas y refinadas al mismo tiempo.

Mármoles y "Testaroli"

Aquí nos despedimos, pero sólo temporalmente, del mar para subir el puerto de Bracco y explorar el Val di Vara con su colección de pueblos históricos. Pasado Santo Stefano Magra, llega Sarzana con su inconfundible perfil caracterizado por dos casas señoriales: la Fortezza Firmafede, terminada en 1492 y recientemente resucitada; y la Fortezza di Sarzanello. Pero aquí también hay que encontrar tiempo para pedir un plato de testaroli, el buque insignia de la cocina lunigiana.

Nos acercamos de nuevo al mar pasando primero por Carrara y Massa, las ciudades del mármol extraído de los Alpes Apuanos. La visita a las canteras requiere un desvío: desde Carrara llegamos a las famosas canteras de Fantiscritti, cuyo conocimiento se combina con el de la cercana Colonnata, cuna del exquisito Lardo elaborado para madurar en cuencas de mármol.

La siguiente parada es Pietrasanta, ciudad de arte y artistas. Merece la pena visitar la catedral de San Martino, de estilo románico-renacentista, y los talleres de los numerosos escultores y pintores que han decidido vivir y trabajar aquí, siguiendo la estela de artistas como Botero, Mitoraj, Joan Mirò, Pietro Cascella, Arnaldo y Giò Pomodoro. A continuación, es el turno de Camaiore, donde podrá admirar la abadía longobarda de San Pietro (siglo VIII) y la colegiata de Santa Maria Assunta, del siglo XIII.

En las murallas de Lucca

La corta subida a Montemagno introduce el largo sprint final.

Lucca es una de esas ciudades por las que merece la pena viajar. Para tener una visión de conjunto, es imprescindible recorrer las Murallas que rodean por completo el centro histórico. El anillo fortificado de 4.200 metros también puede recorrerse en bicicleta y está dotado de un sistema de iluminación que lo hace accesible incluso después de la puesta de sol. También se puede disfrutar de hermosas vistas panorámicas desde la Torre delle Ore, a cuya cima se llega subiendo 207 escalones, y desde la Torre Guinigi, inconfundible por las siete encinas que crecen en su cima. En cambio, Wearing the Pink, el evento que Lucca dedica al Giro de Italia, está a ras de suelo. Consiste en una exposición de Karl Kopinski, dedicada a los campeones internacionales, y 12 esferas hinchables instaladas por toda la ciudad.

Las conozco todas!